jueves, 24 de enero de 2008

Angel de la Guarda

Un ángel de la guarda es un espíritu que se cree que protege y dirige a una persona particular. La noción de “ángel de la guarda” y de su jerarquía fue desarrollado extensamente durante el siglo V AC. por Pseudo Dionisio Aeropagita.

La creencia ortodoxa contemporánea sostiene que los ángeles de la guarda protegen el cuerpo y elevan rezos a Dios, a la manera de intermediarios. El calendario de santos de la Iglesia Católica incluye un recordatorio a estos seres celestiales, celebrado el 2 de octubre.


Angel de la Guarda

Los cristianos creen que los ángeles de la guarda protegen cualquier persona o vivienda a pedido del propio Dios, sin embargo, la creencia de que Dios envía un espíritu para observar a cada individuo era común en la filosofía griega clásica; Platón se refiere a ella en el Fedón, 108. De manera similar, esta mención aparece en el Antiguo Testamento, aunque no se delinea con especificidad.

En el Libro de Daniel, los ángeles parecen ser asignados a ciertos países. Enoc 100:5 –parte de cuya escritura está inspirada en los documentos de la Iglesia Etíope Ortodoxa de Tewahedo– manifiesta que los hombres justos gozan de ángeles protectores. En Hechos 12:15 aparece otra alusión a tal creencia, mientras que en Mateo 18:10, Jesús explica que existen ángeles de la guarda que cuidan a los niños: Nunca los desdeñen; les digo que tienen sus ángeles de la guarda en el cielo, que miran continuamente al rostro divino de mi padre. (Nueva Biblia Inglesa.)

ORACIÓN AL ÁNGEL DE LA GUARDA

La oración habitual de los cristianos a su ángel de la guarda es la siguiente:
ángel de la guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, hasta que descanse en los brazos, de Jesús, José y María. Amén.

Que cada alma individual tiene un ángel de la guarda nunca ha sido definido por la Iglesia, por lo tanto, no es un artículo de la fe. Sin embargo así se lo considera, tácitamente, tal como San Gerónimo expresó: cómo será de grande la dignidad del alma para que cada uno tenga desde su nacimiento un ángel de la guarda asignado por Dios.

La fe en la existencia de estos custodios se remonta a la Antigüedad: paganos como Plutarco y neoplatónicos como Plotino sostuvieron esta tesis. Era también la creencia de babilónicos y asirios, tal como sus monumentos atestiguan.

En la Biblia, esta doctrina es claramente perceptible y su desarrollo está textualmente expresado. En Génesis 28-29, los ángeles no sólo actúan como los ejecutores de la cólera de Dios sino que salvan a Lot del peligro; en Éxodo 12-13 un ángel es el líder designado para conducir a Israel, y en 32:34, Dios dice a Moisés: Mi ángel irá contigo.

Doctrina de los Angeles de la Guarda


La doctrina del Antiguo Testamento concibió a los ángeles como ministros de Dios que realizan sus órdenes. Incluso los niños pequeños tienen ángeles de la guarda, y se considera que estos mismos ángeles tienen que satisfacer una misión en la Tierra.

Entre las menciones que el Nuevo Testamento hace de la doctrina de los ángeles de la guarda, podemos recordar al ángel que socorrió a Cristo en el jardín, y al ángel que liberó a San Pedro de la prisión. Hebreos 1:14 manifiesta más claramente esta creencia, explicando que su función es conducir a los hombres al Reino de los Cielos



Doctrina de los Angeles de la Guarda

Por su parte, Santo Tomás nos enseña en su Summa Teológica ó Summa Theologiae que las órdenes inferiores de ángeles son enviadas a los hombres. No sólo a aquellos bautizados, porque todas las almas cuentan con este custodio.

Se dice que nuestros ángeles de la guarda pueden actuar sobre nuestros sentidos y sobre nuestras imaginaciones. Sin embargo, no pueden influenciar nuestras voluntades. Finalmente, no se separan de nosotros después de la muerte, sino que permanecen con nosotros en el Paraíso, luego de habernos ayudado a lograr la salvación. Estas afirmaciones aparecen en los Salmos y en Colosenses.

RECORDATORIO DE LOS ÁNGELES

Esta fiesta religiosa, como muchas otras, fue una celebración local antes de ser incluida en el calendario romano. No era uno de los recordatorios conservados en el Breviario de Pian, publicado en 1568, pero entre las peticiones más tempranas de las iglesias particulares se permitirá la celebración canónica del mismo.

En el libro Histoire du Breviaire de Bäumer se indica que Toledo recibió la autorización de Roma, y que Valencia también obtuvo la aprobación en febrero de 1582 para celebrar la ofrenda de sangre de Cristo y de los ángeles de la guarda.

Más tarde, Paulo V agregó el 27 de septiembre de 1608 la fiesta en el calendario general, dando impulso a la veneración de los ángeles. Desde entonces, se incluyó en el breviario y en los misales romanos, que contienen todos los fragmentos de las Sagradas Escrituras concernientes a la misión de los ángeles, las alabanzas a Dios y la mención a su labor como mensajeros: Elogiemos al Señor al que los ángeles alaban, que los querubines y serafines proclaman Santo, Santo, Santo. (segunda antífona de alabanzas)


El Arcángel San Rafael


La tercera jerarquía de los ángeles, como explicaremos más adelante, se encuentra compuesta por principados, ángeles y arcángeles. Estos últimos son tres: San Miguel, San Gabriel y San Rafael. Su fiesta canónica se celebra el día 29 de septiembre.
El significado del nombre Rafael es "el que sana". Es un arcángel que se encuentra siempre cerca de los hombres para ayudarlos a paliar su dolor. Aparece su mención en las Sagradas Escrituras, en Tobías 12:6, 15.

Generalmente se lo dibuja con vestimenta de peregrino, llevando un bastón y una vasija de agua. Además, las representaciones suelen incluir el pez del cual consiguió la hiel necesaria para sanar al padre de Tobías.


El Arcángel San Rafael

LA ORACIÓN DEL ARCÁNGEL SAN RAFAEL

Gloriosísimo príncipe San Rafael, antorcha dulcísima de los palacios eternos, caudillo de los ejércitos del Todopoderoso, emisario de la divinidad, órgano de sus providencias, ejecutor de sus órdenes, secretario de sus arcanos, recurso universal de todos los hijos de Adán, amigo de tus devotos, compañero de los caminantes, maestro de la virtud, protector de la castidad, socorro de los afligidos, médico de los enfermos, auxilio de los perseguidos, azote de los demonios, tesoro riquísimo de los caudales de Dios...

Tú eres ángel santo, uno de aquellos siete nobilísimos espíritus que rodean al trono del altísimo.

Confiados en el gran amor que has manifestado a los hombres, te suplicamos humildes nos defiendas de las asechanzas y tentaciones del demonio en todos los pasos y estaciones de nuestra vida, que alejes de nosotros los peligros del alma y cuerpo poniendo freno a nuestras pasiones delincuentes y a los enemigos que nos tiranizan, que derribes en todas partes y principalmente en el mundo católico el cruel monstruo de las herejías y la incredulidad que intenta devorarnos.

Te pedimos también con todo el fervor de nuestro espíritu, hagas se dilate y extienda más el Santo Evangelio, con la práctica de la moral. Que asistas al romano pontífice y a los demás pastores, y concedas unidad en la verdad a las autoridades y magistrados cristianos.

Por último, te suplicamos nos alcances del trono de Dios –a quien tan inmediato asistes–, el inestimable don de la gracia, para que por medio de ella seamos un día vuestros perpetuos compañeros en la gloria. Amén

Arcángel San Gabriel


Este arcángel es el símbolo de la Misericordia, concebido como parte de la Fe Cristiana, aunque también representa al Consuelo y a la Encarnación. Comparte algunas características con el Arcángel San Miguel, puesto que ambos son considerados ángeles del juicio. La Biblia menciona a Gabriel asociado a palabras de gran intensidad como poder, fuerza y enorme.

La tradición judía hizo hincapié en estos rasgos de San Gabriel, y le atribuye la catástrofe de la ciudad de Sodoma y la destrucción de las huestes Senaquerib. Pero, además, lo rememoran como el arcángel que sepultó a Moisés y como el encargado de marcar con la letra Tau sobre la frente del elegido, según Ezequiel, 4.

Este famoso y poderoso ángel, perteneciente a la tercera jerarquía, sólo es nombrado en dos pasajes, dentro del Nuevo Testamento, aunque no es claro que haya sido él quien apareció ante San José y los pastores, ni que él haya alentado a Cristo en el jardín, tal como supone el himno para Laudes correspondiente al día 24 de Marzo.



LAS APARICIONES BÍBLICAS

Este ser celestial se presenta en propias palabras: Yo soy Gabriel, que asisto a la vista de Dios (Lc, 1, 19), indicando su rango de mensajero de Dios en un nivel diferente al de los Querubines y Serafines, tal como señala Santo Tomás.

También se lo llama Fortitudo Dei (que significa Fortaleza de Dios). Analizando el texto bíblico, encontramos que sólo se mencionan cuatro apariciones de San Gabriel.

En primer lugar, En Dn VIII se explica la imagen del carnero junto al macho cabrío, presagiando la destrucción del imperio persa a manos de Alejandro Magno, y se indica que luego de su muerte el reino sería desmembrado entre sus generales. Uno de estos tiene un hijo llamado Antioco Epifanio.

Por otra parte, en el capítulo IX, después del pasaje en que Daniel ora por Israel, podemos leer que las Sagradas Escrituras explican que aquél varón Gabriel… se me acercó en rápido vuelo para comunicar la secreta profecía acerca de las setenta semanas necesarias para preparar la venida de Jesucristo. Cabe mencionar que en el capítulo X no se aclara si se alude al Arcángel Gabriel, aunque es posible atribuirle la hermosa caracterización que aparece en los versículos 5 y 6.

Por último, Gabriel cobra protagonismo en el Nuevo Testamento, al indicarle a Zacarías el nacimiento del precursor, y en la profecía fundamental ofrecida a María –Madre del Señor– acerca de la venida de su hijo.

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