jueves, 15 de noviembre de 2007

El Carmelo Escula de Santidad

ESCUELA DE SANTIDAD



El ilustre cardenal Mercier, arzobispo de Malinas, a. volver de Roma, en donde había asistido a la canonizadónde Sta. Juana de Arco, quiso pararse en peregrinación en el convento carmelita de Dijón. Al mostrarle en la sala Capitular un cuadro de la Beata Isabel de la Trinidad, preguntó el cardenal:

-¿Cuanto tiempo pasó en el Carmelo?
- "Cinco años, eminencia", respondió la Madre Priora.

Y el cardenal, sonriendo, comentó:
- "Aquí se llega a ser santas muy deprisa".

¿Quiénes son los Santos?
"Los únicos personajes de utilidad pública".
"Los que, por sus oraciones, la lluvia cae sobre la tierra, ésta se cubre de verdor y los árboles se cargan de frutos".
"EI mundo seguirá existiendo gracias a la oración de los Santos".

"Los Santos son siempre el honor de su Madre la Iglesia, porque irradian a la humanidad entera un influjo en gran manera bienhechor".

"Jesucristo hace que existan los Santos para produciró aumentar en nosotros la gracia y contribuir de este modo a nuestra santificación".

"EI mayor beneficio de los Santos es su vida misma, que estimula a los demás a imitar sus ejemplos".

Todos estamos llamados a la santidad
Lo ha dicho Jesucristo: Sed santos como el Padre celestial es santo" (Mt. 5,48).

"Sed misericordiosos como el Padre Celestial es misericordioso" (Lc. 6,36).

Y San Pablo: "Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación" (1 Tes 4,3; Ef 1,4).

El Concilio Vaticano II nos ha recordado que "todosestamos llamadosa la santidad" (L. G. cap. 5).

¿Es fácil ser santo?
Sí y no.

Un Santo es un hombre que ha tomado el Evangelio en serio, y esto no es fácil.

El Santo no nace santo. Se hace santo. La santidad es un camino largo, duro y perseverante. No consiste en hacer "cosas raras" o "extraordinarias", sino en hacerlas cosas ordinarias "extraordinariamente bien hechas", como dijo el papa Benedicto XV a aquel cardenal que ponía sus reparos a incoar el proceso de beatificación de la futura Santa Teresa del Niño Jesús.

Lo dijo Pemán bellamente en El Divino Impaciente: "La santidad es hacer sencillamente lo que tenemos que hacer".

La iglesia tiene corno una de sus cuatro notas constitutivas la santidad, luego es absolutamente necesario que en la Iglesia de todos los tiempos abunden los santos.

Hoy más que nunca, la Iglesia, el mundo, tienen necesidad de almas santas.

El Carmelo, en sus casi ocho centurias de vida, fue siempre escuela de santidad.
"¡Cuántos santos en el cielo llevan nuestro Hábito! Abrigamos la esperanza de hacernos, con la gracia de Dios, semejantes a ellos" (Sta. Teresa, Fund. 29,33).

De Teresita González Quevedo, carmelita muerta en 1950, afirmó su amiga Carmen Aguado: "Siempre decía que se había ido a carmelita para ser santa".

El Carmelo ha aportado a la Iglesia un acervo riquísimo de doctrina espiritual, pero seria muy poca cosa si esta sublime doctrina carmelitana no la hubiera confirmado con la santidad de su vida, es decir, la de sus hijos.

A finales del siglo XV, un sabio benedictino, el célebre humanista, abad Juan Tritemio (+1516), escribió una obrita laudatoria del Carmelo, con la noble intención de que tanto la juventud carmelitana como los detractores de la Orden, conocieran la cantidad y calidad de varones ilustres que ha dado el Carmelo a la Iglesia: aquéllos para que los imitasen, y éstos para hacerles callar, al conocer que el Carmelo era escuela de ciencia y virtud.

En ella hacía esta hiperbólica afirmación: "Si hay quien pueda contar las estrellas del firmamento, ése podría contar los santos del Carmelo".

Esta exagerada afirmación no lo será tanto si tenemos presente, que no sólo los religiosos, monjas, religiosas de las dos Ramas carmelitanas son miembros del Carmelo, sino cuantos seglares de una u otra forma viven de su espíritu y visten su Escapulario.

¿Cómo se ha vivido y ensenado la santidad en esta palestra del Carmelo?
La gran doctora Santa Teresa dirá que la más santa será "quien con más mortificación y humildad y limpieza de conciencia sirva a Nuestro Señor"
Dos meses antes de morir, santa Teresa del Niño Jesús nos dará una clara y tajante lección al decirnos: "Noreside en esta o aquella práctica, sino que consisíte en una disposición del corazón, que nos hace humildes y pequeñitos en los brazos de Dios, conscientes de nuestra debilidad y confiados, hasta la audacia, en su bondad de Padre".

Este caminito espiritual de simplicidad y confianza sin limites en la bondad del Padre Celestial lo vivieron todos los santos del Carmelo.

Exhortación a la santidad
Para ser santos hemos abrazado la vocación del Carmelo. Los papas han presentado repetidas veces al Carmelo como ESCUELA DE SANTIDAD y nos han animado a los carmelitas a sacar nota sobresaliente en esta asignatura. Nos limitamos a recordar estas tres citas del inmortal Pío XII:

El 23.9.1951: "Nos, con el afecto de nuestro amor paternal, elevadas las manos a la excelsa Patrona la Virgen del Monte Carmelo y a los numerosos y grandes santos que este Instituto produjo, les éncomendamos a vuestras personas y a vuestras empresas".

El 16.7.1952, después de citar a varios santos carmelitas:

"A este escogidisimo conjunto (de los santos del Carmelo) hay que añadir otros casi innumerables ejemplos, que si bien no brillan externamente con tan grande fulgor, sin embargo se os proponen como dignos de imitación con frutos saludables... y confiamos que las coronas de santidad cuyo fulgor tanto ha brillado a lo largo de todos estos tiempos, se verán aumentadas por nuevas flores y nuevos frutos que atestiguan cada día la virtud potente de vuestro Instituto; para lograr todo esto, sírvaos de guía y medianera de gracias celestiales la Santísima Virgen Maria bajo la advocación del Carmelo".

En el Año santo del Escapulario, 1950-1951, ante muchos miles de religiosos y seglares carmelitas: "Nosos exhortamos a caminar siempre adelante de una manera digna de vuestra vocación siguiendo las pisadas de los grandes santos que el Carmelo ha dado a la Iglesia" (6.8.1950).

Santificádor de los demás
El Carmelo no se ha contentado con producir almas santas, sino que ha trabajado por hacer que también otros lo fueran con su oración, sacrificio y apostolado. Los grandes santos y escritores del Carmelo han contribuido grandemente con sus vidas y sus obras maravillosas a embellecer y a aumentar esta nota de la santidad eclesial.

Pero sobre todo ha contribuido a ello por medio de ese "Cahalde gracias" que es el santo Escapulario del Carmen. Baste recordar estos dos testimonios del gran Pio XII:

El 6.8.1950: "La devoción del Escapulario del Carmen ha hecho descender sobre el munto una copiosa lluvia de gracias espirituales y temporales".

Al trasladar en 1951 las reliquias de San Simón Stock de Burdeos (Francia) a Aylesford (Inglaterra): "A la luz de esta aparición, inumerables multitudes por todo el mundo se mantienen firmes en las luchas de esta vida y se encaminan a través de las tinieblas y sombras de la muerte, al Monte de Dios".

Concluimos recordando que "si somos hijos de los santos y esperamos su mis ma vida" (Tob 2,18), estamos obligados a cumplir el consejo quenos da el célebre santo del Carmelo Bto. Bautista Mantuano (+1516): "Estos varones del Carmelo nos fueron dados como modelos para que los imitemos, y, conocedores de sus gestas, despertemos de nuestro letargo".

Que es lo que con otras palabras decía nuesta gran Santa Teresa de Jesús: "No hagamos tanto agravio a nuestros Santos Padres pasados que dejemos de conformarnos con ellos" (Fund. 14,5)

San Pablo nos recuerda: "Dios nos llamó con vocación santa, no por nuestros méritos, sino por Jesucristo" (2Tim 1, 9).

Al final de este librito tendremos un recuerdo de la Fiesta de Todos los Santos carmelitas, que celebramos el 14 de noviembre de cada año. Al Señor oramos en la colecta de la Misa:

"... Concédenos propicio que, por sus elemplos y méritos, viviendo tan sólo para Ti, en continua meditación de tu Ley y pedecta abnegación, podamos llegar, luntamente con ellos, a la feilcidad de la vida eterna. Amén.", que, en otras palabras, es: "podamos llegar a ser santos como ellos lo fueron".