jueves, 28 de agosto de 2008

¿cual es la voluntad de Dios para mi?

Cómo se cual es la voluntad de Dios?
Dios no te abandona a las solas luces de tu razón cuando te llama a hacer una elección espiritual. En la oración es donde verás dibujarse su voluntad.Estás aquí en el centro de la vida cristiana, pues todo se reduce finalmente, en tu existencia de hombre, a descubrir la voluntad de Dios y cumplirla. Pero si es verdad que te resulta fácil discernir esta voluntad a través de los mandamientos, dudas a menudo de que puedas descubrir lo que Dios espera de ti, en particular en tu situación presente. Cuanto más avances en la vida cristiana auténtica, más elecciones tendrás que hacer las cuales surgen de tu conciencia iluminada por el Espíritu y la ley de las Bienaventuranzas, sin que puedas acogerte a un código, ni a un maestro "que pudiera suponerse que sabe" o estar en posesión de la verdad.

Ya se trate de un compromiso político, de un estado de vida, de una profundización de tu oración o de cualquier otra decisión que oriente tu vida, no puedes dispensarte de una elección onerosa que compromete tu fidelidad y tu libertad. Sin embargo, no sería creer en Dios y en su Providencia si pensases que es capaz de abandonarte a tus propias fuerzas en las alternativas de tu vida.

Si quieres conocer la voluntad de Dios, la condición "sine qua non´ es hacerte disponible, es decir, ante una opción que tengas que hacer, el rehusar el preferir tal o cual alternativa, abandonando todo prejuicio que impida a Dios el darte a conocer en qué dirección quiere que te comprometas. En una palabra, no debes tener ninguna idea sobre la cuestión y aceptar entrar en los planes de otro que desvían siempre los tuyos.

Es tal vez la disposición fundamental para realizar una elección según Dios. Pero tal vez te hagas una pregunta: ¿Cómo hacerme disponible si no lo estoy?
Te diría que es preciso que te detengas, que te distancies de ti mismo y que interpeles a tu propio juicio. Son otras tantas actitudes que se viven bajo la mirada de Dios, en la oración, para descubrir las resistencias a la voluntad de Dios.

Puede ocurrir que a través de esta oración, Dios te muestre claramente lo que espera de ti, pero no es ésta su costumbre; prefiere hablarte por medio de signos. No tomes demasiado pronto tus buenas intenciones por voluntades de Dios. Una manera de descubrir esta voluntad es analizar los diversos datos y las componentes de la elección, los argumentos en un sentido y otro que se acostumbra a detallar antes de toda decisión.
Si haces esto bajo la mirada de Dios, verás cómo las razones en pro o en contra se ordenan según criterios espirituales, por ejemplo el seguir a Cristo por el camino de las Bienaventuranzas; o bien verás aparecer los móviles humanos o egoístas, pues el discernimiento espiritual se refiere también a criterios objetivos: la sabiduría de la Cruz y de las Bienaventuranzas, enunciada por Cristo en el Evangelio.

De un lado las razones serán claras, fuertes, ciertas; del otro, sin valor, inconsistentes, turbias o dudosas. No parece que Dios haya respondido a tu pregunta, pero lo ha hecho realmente iluminando y guiando tu inteligencia y tu corazón.Hay también otra manera de descubrir esta voluntad, y es interrogar a tu afectividad profunda.

Si gozas de una paz duradera, y de una verdadera alegría, puedes decir que los proyectos que acompañan a tus sentimientos interiores son queridos por Dios, pues el Espíritu Santo obra siempre en la alegría, la paz y la dulzura. Si por el contrario, estás triste, desanimado e inquieto, puedes suponer que el proyecto formado está inspirado probablemente por la carne o por el espíritu del mal.

En este terreno, lo que parece esencial es la duración y la calidad del deseo. No puedes tener ninguna certeza si te fías del sentimiento de un solo instante. Por el contrario, si, a lo largo de un período más o menos dilatado, tal decisión va siempre ligada a la alegría y su contraria a la tristeza, hay motivo para creer que es Dios quien te envía la consolación del Espíritu y te sugiere que realices la acción correspondiente. Y luego está finalmente el acto libre que te hace elegir esa decisión por Jesucristo. Con mucha frecuencia la paz se estabiliza en tu corazón después de esa opción libre.

La experiencia de consolación o de desolación que sigue a la elección confirmará esto último y te indicará claramente si estás en la voluntad de Dios.Poco a poco lograrás realizar elecciones verdaderamente espirituales, interpretando de manera cada vez más clara los signos de Dios, ya se trate de grandes decisiones que comprometan tu existencia o de opciones relativas a tu vida diaria.

Por otra parte esta educación de tu libertad deberá continuarse toda tu vida y cuanto más fiel seas en la respuesta a las solicitaciones del Espíritu, más fácilmente descubrirás lo que te pide.

Para terminar esta meditación puedes leer la llamada de Dios a Samuel (1 Sam 3, 1 a 21); comprenderás la manera cómo Dios habla a los hombres para darles a conocer su voluntad. Samuel vive en el Templo, está al servicio de Eh y le ayuda en el culto, pero no está todavía en íntima relación con Yavé, es decir no ha comprendido la palabra personal y original que Dios le dirige: "Aún no conocía Samuel a Yavé, pues no le había sido revelada la palabra de Yavé" (1 Sam 3, 7).

Te pareces a Samuel en que no has percibido la voluntad de Dios sobre ti. Como el joven Samuel, preguntas al sumo sacerdote Eh o a leyes escritas lo que debes hacer.Pero observa la pedagogía divina. Yavé empieza por llamar tres veces por su nombre, al joven: ":Samuel! ¡Samuel!" Quiere que escuche una llamada personal y una voluntad concreta. Contempla también la disponibilidad de Samuel, a la más mínima llamada, se pone en búsqueda de la voluntad de Dios. ¿Eres sensible a los menores toques del Espíritu que te avisa a través de sucesos aparentemente banales?Y Samuel va al encuentro del sumo sacerdote; éste no tiene como misión revelarle la voluntad de Dios, no la conoce, pero le pone simplemente en contacto con la palabra de Dios. Así en tu vida, tú preguntas a tu padre espiritual que es experto de la voz de Dios y le pides que te ayude a conectar con la palabra de Dios.

Sólo el Espíritu puede hablarle al corazón pero el guía espiritual está allí para ayudarte a verificar la autenticidad de sus llamadas.Entonces Samuel está pronto para escuchar la voz de Dios pues se ha instalado en una profunda disponibilidad, y no quiere más que una cosa, por encima de sus preferencias, la voluntad de Yavé. Cuando te veas llamado a hacer una elección según el Espíritu, repite a menudo en la oración las palabras del joven Samuel: "Habla, Yavé, que tu siervo escucha". (1 Sam 3, 9).

Entonces el Señor te revelará sus secretos . profundos y como Samuel "no dejarás caer en tierra ninguna de sus palabras" (1 Sam 3, 19). Empezarás entonces a ser ese verdadero hombre espiritual, del que habla Pablo, que penetra los secretos de Dios porque está invadido por el Espíritu Santo.

Oracion:
Señor enseñame a conocer tu voluntad y dame la gracia de realizarla. Amén.

sábado, 2 de agosto de 2008

Virtudes Cardinales

En teolofía católica las virtudes cardinales infusas son hábitos que disponen al entendimiento y a la voluntad para obrar según el juicio de la razón iluminada por la fe para que ésta escoja los medios más adecuados al fin sobrenatural del hombre.Las cuatro virtudes morales principales son las que llamamos cardinales:
Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza.

El adjetivo “cardinal” se deriva del sustantivo latino “cardo”, que significa “gozne” (bisagra), y se les llama así por ser virtudes “gozne”, es decir que sobre ellas dependen las demás virtudes morales. Si un hombre es realmente prudente, justo, fuerte y templado espiritualmente, podemos afirmar que posee también las otras virtudes morales. Podríamos decir que estas cuatro virtudes contiene la semilla de las demás.

1ª Prudencia

La primera virtud cardinal es la Prudencia, que es la facultad de juzgar rectamente. Una persona temperamentalmente impulsiva, propensa a acciones precipitadas y sin premeditación y a juicios instantáneos, tendrá por delante la tarea de quitar estas barreras para que la virtud de la prudencia pueda actuar en él efectivamente. Resulta también evidente que, en cualquier circunstancia, el conocimiento y la experiencia personales facilitan el ejercicio de esta virtud. Un niño posee la virtud de la prudencia en germen; por eso, en asuntos relativos al mundo de los adultos, no puede esperarse que haga juicios prudentes, porque carece de conocimientos y experiencia.
La prudencia es tener criterio para pedir consejo, juzgar rectamente y decidir. El prudente puede ver en lo invisible


Segunda Virtud Cardinal
2ª Justicia

La segunda virtud cardinal es la Justicia, que perfecciona nuestra voluntad (como la prudencia nuestra inteligencia), y salvaguarda los derechos de nuestros semejantes a la vida y la libertad, a la santidad del hogar, al buen nombre y el honor, a sus posesiones materiales. Un obstáculo a la justicia, que nos viene fácilmente a la mente, es el prejuicio, que niega al hombre sus derechos humanos, o dificulta su ejercicio, por el color, raza, nacionalidad o religión. Otro obstáculo puede ser la tacañería natural, un defecto producto quizá de una niñez de privaciones. Es nuestro deber quitar estas barreras si queremos que la virtud de la justicia actúe con plenitud en nuestro interior.
La justicia: Es dar a cada uno lo que le corresponde, ser un amigo leal, honrado. Tratar a la gente como quieres que te traten a ti. Que pobre idea tienen de la justicia los que piensan que se refiere a la equidad de bienes materiales.

Tercera Virtud Cardinal
3ª Fortaleza

La Fortaleza, tercera virtud cardinal, nos dispone para obrar el bien a pesar de las dificultades. La perfección de la Fortaleza se muestra en los mártires, que dejaron la vida por su fe. Pocos de nosotros tendremos que afrontar una decisión que requiera tal grado de heroísmo. Pero la virtud de la Fortaleza no podrá actuar, ni siquiera en las pequeñas exigencias que requieran valor, si no quitamos las barreras que un conformismo exagerado, el deseo de no señalarse, de ser “uno más”, han levantado. Estas barreras son el irracional temor a la opinión pública, el miedo a ser criticados, menospreciados, o, peor aún, ridiculizados.
La Fortaleza: La tiene quien persevera en lo que debe hacer, el que no se dobla cuando vienen los problemas. Fuertes para cumplir las responsabilidades pero también para exigir las responsabilidades, el jefe que exige un buen trabajo, el que debe educar bien a sus hijos.

Cuarta Virtud Cardinal
4ª Templanza

La cuarta virtud cardinal e la Templanza, que nos dispone al dominio de nuestros deseos, y, en especial, al uso correcto de las cosas que placen a nuestros sentidos.
La templanza es necesaria especialmente para moderar el uso de los alimentos y bebidas, regular el placer sexual en el matrimonio. La virtud de la templanza no quita la atracción por el alcohol; por eso, para algunos, la única templanza verdadera será la abstinencia. La templanza no elimina los deseos, sino que los regula. En ese caso, quitar obstáculos consistirá principalmente en evitar las circunstancias que pudieran despertar deseos que, en conciencia, no pueden ser satisfechos
La Templanza: Modera la atracción de los placeres, domina la voluntad sobre el instinto. Que mal camino es hacer todo lo que al cuerpo le gusta, darle todo lo que pide, se acostumbra y eso hace que con el tiempo ya no tengamos fuerza para decir que no, cuando son cosas deshonestas
Virtudes Humanas

Piedad filial, patriotismo, obediencia, sinceridad, veracidad, liberalidad, paciencia, humildad, castidad, amistad, sencillez, lealtad, orden, paciencia, generosidad, responsabilidad y comprensión.

Además de las cuatro virtudes cardinales, hay otras virtudes morales. Sólo mencionaremos algunas, y cada cual, si somos sinceros con nosotros mismos, descubrirá su obstáculo personal.
Está la piedad filial (y por extensión también el patriotismo), que nos dispone a honrar, amar y respetar a nuestros padres y nuestra patria. Está la obediencia, que nos dispone a cumplir la voluntad de nuestros superiores. Están la veracidad, liberalidad, paciencia, humildad, castidad y muchas más; pero, en principio, si somos prudentes, justos, recios y templados aquellas virtudes nos acompañaran necesariamente como los hijos pequeños acompañan a papá y mamá.