domingo, 22 de julio de 2007


San Elías Profeta

Padre Espiritual de la Orden del Carmen
Su fiesta se celebra el 20 de Julio



Cuando sucedió, allá en el monte llamado Tabor, la Transfiguración de Jesucristo ante los tres discípulos predilectos Pedro, Juan y Santiago, dejándoles ver por un momento su Gloria, allá apareció Elías entre los invitados junto a otro peregrino de la montaña que se llamaba Moisés; los discípulos los veían conversando familiarmente con Cristo; entre los tres comentaban cosas sobre los acontecimientos de la próxima Pasión.

Ya sabían cosas de él; las habían escuchado con frecuencia en la sinagoga de los sábados; incluso los más viejos del lugar afirmaban que en los últimos tiempos se hablaba de Elías más que en otras épocas; no hacía mucho, la gente llegó a confundir a aquel Bautista que realizaba su carismática predicación en el río Jordán con Elías; los mismos príncipes de los sacerdotes habían mandado a unos comisionados para que investigaran si Juan era el Mesías tan esperado y, al obtener una respuesta negativa, intuyeron que se trataba de alguna otra persona importante y hasta le preguntaron si era una especie de reencarnación de Elías o una aparición suya, puesto que se hablaba de que el gran profeta tendría que venir en los tiempos últimos.

¿Qué quién fue este personaje?

Los judíos de todos los lugares conocían bien sus portentosas obras que fueron parte de su misión. Había nacido en torno al año 900 antes de Cristo, cuando ya se había consumado la división cismática político-religiosa del Pueblo de Dios que quedó seccionado en el Reino del Norte -con capital en Samaría- y el Reino del Sur -con capital en Jerusalén-, después de la asamblea que tuvieron en el 931, en Siquén. En el reino del norte se llama desde entonces Israel y el del sur Judá. Cuando Elías ejerce su profetismo por encargo de Dios, reina en Israel Ajab; pero se ha casado con la cruel Jezabel, hija de Ittobaal el rey de Tiro y Sidón, que ha traído a Samaría a sus profetas y dioses fenicios, levantado un templo a los baales y ha perseguido hasta el aniquilamiento a los profetas del verdadero y único Dios, Yahwé.

Elías o Eliyahú, que quiere decir "Dios es mi confianza", es fuerte y claro con el rey Ajab. Le dirá que por haberse apartado de Yahwé y por haber torcido sus ojos a los dioses falsos ya lleva su reino sufriendo años la sequía que ha mandado Elías; hace años que los campos se han olvidado de las cosechas, los veneros están agostados y los animales se mueren; los hombres tienen labios resecos y Samaría entera sufre el azote de Dios.

Profeta fuerte y claro con el pueblo prevaricador. "¿Hasta cuándo cojearéis entre dos muletas?" les dice, recriminándoles por mantenerse dubitativos y negligentes entre Yahwé y los baales. Tiene que convencerles con un prodigio: Reunidos los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y él solo en lid sobrenatural para dilucidar ante el pueblo dónde está la verdad; dos novillos descuartizados dispuestos sobre el monte para el sacrificio; los profetas de los baales danzarán, cantarán, gritarán, implorarán, se harán incisiones sangrientas y entrarán en trance sin éxito; Elías invocará con sencillez al Dios de Israel y de Judá y vendrá de inmediato un fuego del cielo que hará en un instante cenizas a las víctimas y a las piedras por más que antes hubieran sido empapadas en agua.

Con los intereses de Yahwéh es fuerte y claro por encima de todo. Los cuatrocientos cincuenta profetas de los falsos dioses son pasados a cuchillo junto al torrente Cisón. Ni uno sólo escapó.

Convertido ya el pueblo al buen Dios no hace falta que continúe el castigo. Viene el agua como llega la persecución de la vengativa Jezabel que obliga a huir a Elías al desierto donde, cansado y agotado el profeta, pide ya la llegada de su fin bajo la retama. Como el desierto tiene reminiscencias de lugar encontradizo con Dios, le viene el encargo de reponer fuerzas porque el camino a recorrer es aún largo para Elías. Hace falta ungir a Yehú para rey de Israel y preparar a Eliseo como sucesor en el profetismo.

Aún tuvieron tiempo para ver al hombre de Dios pasar andando el río Jordán golpeado con su manto.

¡Cuánto debió ser el poder que Dios dio a Elías cuando Eliseo se conformaba sólo con un tercio de él para desempeñar su propia misión! Y lo tendrá al ver el rapto de su maestro al cielo en aquel carro de fuego.



SAN ELÍAS, PROFETA

(Antiguo Testamento)

Nació el profeta en la Transjordania, hacia el año 900 a. de J. C. Es decir, ya consumada la división del pueblo escogido en dos reinos: al norte, el reino de Israel, con capital en Samaria; al sur, el reino de Judá, con capital en Jerusalén. Mientras el profeta crece ignorado, la situación política y religiosa del reino del Norte se va perfilando. El heredero del trono, Ajab, se ha casado con la hija del rey fenicio Itobaal. El matrimonio ha conseguido paz y buenas relaciones comerciales con los navegantes fenicios; pero ha traído una reina extranjera, devota servidora de los dioses fenicios, Jezabel.

Mujer dominadora y sin escrúpulos, sabe empujar al marido o actuar por cuenta propia. Cuando el rey fracasa en su intento de comprar la viña de Nabot, Jezabel levanta una calumnia contra Nabot, le hace asesinar con apariencia legal y entrega triunfante la viña a su marido. Y lo mismo que elimina a un rico provinciano persigue a muerte a los profetas de Yahvé. Sólo se salva un centenar, porque el mayordomo del rey, Abdias, los esconde en cavernas y los alimenta durante la época de máximo peligro. Entre los profetas de Yahvé uno lleva un nombre significativo: "Eliyahu" o sea: "Yahvé es mi Dios". Elías se salva en un retiro de su región natal y en una ciudad fenicia llamada Sarepta.

Hasta que le llegó el momento de actuar. Elías había predicho unos años de sequía como castigo por las idolatrías; el hambre arreciaba en Samaria cuando reapareció Elías, profeta del castigo y mediador de la conversión.

El rey se encontró con Elías y le dijo: "¿Eres tú, ruina de Israel?" "No arruino yo a Israel, sino tú y tu familia, porque habéis abandonado la ley de Yahvé y servís a los baales. Pero ahora congrégame todo Israel en el monte Carmelo, y también a los 450 profetas de Baal que comen a la mesa de Jezabel".

Convocó Ajab a los hijos de Israel y congregó a los profetas en el monte Carmelo. Acercóse Elías al pueblo y le dijo: "¿Hasta cuándo estaréis cojeando a dos muletas? Si Yahvé es el Dios, seguidle; si es Baal, seguidle a él". El pueblo no respondió palabra. Dijo Elías: "Soy el único profeta de Yahvé que queda, mientras los profetas de Baal son 450. Que nos traigan dos novillos: que escojan ellos uno, lo despedacen, lo coloquen sobre la leña sin aplicar fuego; yo prepararé el otro sobre la leña sin aplicar fuego. Invocad después el nombre de vuestro dios, yo invocaré el nombre de Yahvé. Y el dios que conteste con fuego, ése es Dios". El pueblo respondió: "Está bien".

Tomaron los profetas el novillo, lo prepararon e invocaron el nombre de Baal, de la mañana al mediodía, diciendo: "¡Oh Baal, respóndenos"; y no había voz ni había respuesta; y danzaban en torno al altar que habían hecho. Al mediodía se burlaba de ellos Elías diciendo: "Gritad con voz fuerte; dios es, pero está ocupado o atareado, o está de viaje, o duerme y se despertará". Y gritaban en voz alta, y se sajaban con espadas y lanzas, según su costumbre, hasta derramar sangre. Pasado el mediodía vaticinaban; pero no había voz, ni había respuesta, ni había atención.

Entonces Elías dijo al pueblo. "Acercaos". Y se acercaron. Restauró el altar de Yahvé e hizo una zanja de dos satos de capacidad en torno al altar. Amontonó la leña, despedazó el novillo, le colocó sobre la leña. Y dijo: "Llenad cuatro cántaros de agua y derramadla sobre la víctima y la leña". "Otra vez"; y lo repitieron. "Otra vez"; y lo hicieron tercera vez. El agua corría en torno al altar y llenaba la zanja. A la hora de la ofrenda vespertina Elías oró: "Yahvé, Dios de Abraham, Isaac e Israel; sépase hoy que tú eres el Dios de Israel, y yo tu siervo, que por tu orden he hecho esto. Respóndeme, Yahvé; respóndeme; sepa este pueblo que tú eres Yahvé, el Dios, que conviertes los corazones a Ti". Y cayó el fuego de Yahvé, devoró la víctima y la leña, las piedras y el polvo, y lamió las aguas de la zanja. Violo el pueblo, y cayó rostro a tierra diciendo: "Yahvé es Dios, Yahvé es Dios". Y dijo Elías: "Prended a los profetas de Baal, que no se salve ni uno"; y los prendieron. Elías los bajó al torrente Cisón y los mató allí.

El reino de Israel vive a caballo a ambos lados del Carmelo: al norte limita con Fenicia; al sur, con Judá. El pueblo claudicaba entre el dios de Fenicia y el Dios de Judá. El monte Carmelo ha sido arista de decisiones, plataforma del profeta Elías y escenario de la gloria de Yahvé. El pueblo se ha convertido, ya puede venir la lluvia. Y el Carmelo, monte que se adentra en el mar, atalaya las nubes en el horizonte.

Elías se encorvó a tierra, la cabeza entre las rodillas, y dijo a su criado: "Sube, observa en dirección al mar". Subió, observó y dijo: "No hay nada". "Vuelve siete veces". A la séptima retornó diciendo: "Una nube pequeña como la palma de la mano se levanta del mar". Díjole Elías: "Avisa a Ajab y dile. "Unce y baja, no te impida la lluvia". Y en esto se obscureció el cielo de nubes y viento, y cayó un aguacero.

Ante la victoria espectacular sobre el Carmelo y la matanza de los profetas de Baal, la reina no se rinde, sino declara guerra formal al profeta. Jezabel envió un mensajero a Elías: "Que los dioses me castiguen una y otra vez si mañana a estas horas no hago de tu vida lo que hiciste a uno de ellos". Temió él por su vida, se levantó, marchó, llegó a Beerseba y dejó a su criado allí.

El profeta, después de la gran victoria se siente derrotado, sin fuerzas para seguir luchando. Una fuerza ajena le impulsa hacia el desierto: lugar sacro de la revelación de Dios, de la alianza, noviciado del pueblo escogido. Elías apenas lo entiende, abatido de angustia mortal. "Caminó un día por el desierto, y se sentó bajo una retama, y deseó morir: "Basta, Yahvé; toma mi alma, que no soy mejor que mis padres". Se acostó y se durmió; mas he aquí que un ángel le tocó y le dijo: "Álzate, come". Miró bajo su cabecera y vio una torta y una vasija de agua. Comió, bebió y volvió a dormir. Tornó el ángel de Yahvé y le dijo: "Álzate, come, que es más fuerte que tú el camino". Se alzó, comió y bebió, y con la fuerza de tal comida caminó cuarenta días y cuarenta noches, hasta el monte de Dios, Horeb.

Allí entró en una cueva, donde pasó la noche. Y he aquí la voz de Yahvé que le decía: "Sal y ponte en la montaña ante Yahvé" —he aquí que Yahvé pasaba—. Vino un viento potente, impetuoso, que rompía montes y quebraba peñascos, y no estaba Yahvé en el viento. Tras el viento un terremoto, y no estaba Yahvé en el terremoto. Tras el terremoto un fuego, y no estaba Yahvé en el fuego. Tras el fuego, la voz callada de la brisa. Al oírla Elías se cubrió el rostro con el manto, salió y se puso a la entrada de la gruta. La voz le dijo: "¿Qué haces aquí, Elías?" "Sentí celo ardiente por Yahvé Sabaot, porque los hijos de Israel te han abandonado, han derribado tus altares y han pasado a cuchillo a tus profetas; he quedado yo solo, y buscan mi vida para quitármela". Díjole Yahvé: —Vete, torna por tu camino; ungirás a Hazael por rey de Siria, a Yehu por rey de Israel, a Eliseo como profeta y sucesor tuyo. El que escape de la espada de Hazael lo matará Yehu; el que escape de la mano de Yehu lo matará Eliseo; y perdonaré en Israel a siete mil: las rodillas que no se doblaron ante Baal, las bocas que no le adoraron".

La tarea que resta a Elías es traspasar poderes a su sucesor y desaparecer. Está maduro para el rapto final.

Se ha corrido una voz entre los gremios de profetas, se susurra a media voz. Se lo dicen al discípulo predilecto y sucesor. "Elíseo, ¿sabes que hoy se llevará Yahvé a tu señor?" "Silencio, que ya lo sé." Elías intenta despachar a su discípulo, y éste no lo consiente: "Por Yahvé y por tu vida, que no te abandonaré".

Un grupo de cincuenta profetas los vieron acercarse al Jordán, golpear las aguas con el manto enrollado y pasar a pie enjuto. Quedaron solos, al otro lado, prontos para las últimas confidencias. "Eliseo, ¿qué quieres que haga por ti, antes de ser arrebatado?" "Dame los dos tercios de tu espíritu (hazme tu heredero)." "Difícil petición; si me vieres en el rapto, lo obtendrás; si no me vieres, no se hará."

Mientras iban caminando y hablando, un carro de fuego con caballos de fuego los separó, y Elías subió en un torbellino al cielo.

Al llegar el Mesías el espíritu de Elías baja para precederle: no dos tercios, sino el espíritu entero pasa a Juan el Bautista. Y Juan precede al Mesías con el espíritu y el poder de Elías. Los judíos preguntan a Juan: "¿Eres tú el Cristo?"; él responde: "No lo soy" "¿Eres tú Elías?"; responde. "No lo soy". "¿Pues quién eres?" "Soy el que prepara los caminos del Señor." No es Elías en carne, sino en espíritu. También fue arrebatado Juan, víctima del rey perverso.

Un día escogió Jesús a tres apóstoles para manifestarles su gloria. "Se transfiguró ante ellos: su rostro brilló como el sol, sus vestidos eran blancos como la luz. Y aparecieron Moisés y Elías, que hablaban con Él."

Los dos grandes profetas peregrinos del Sinaí se han dado cita en el Tabor para saludar al Mesías ya llegado. Y así han quedado los dos, en el ábside de la basílica del Tabor; inmóviles en piedra de mosaico sobre el tabernáculo, siempre presentes en espíritu ante su Señor.

LUIS ALONSO SCHOECKEL, S. I.

martes, 10 de julio de 2007

Rito de la Benedición e Imposicióndel Escapulariode la Bienaventurada Virgen Maríadel Monte Carmelo


Rito de la Benedición e Imposicióndel Escapulariode la Bienaventurada Virgen Maríadel Monte Carmelo
I. INTRODUCCIÓN
1. La bendición e imposición del Escapulario de la B. V. Maria del Monte Carmelo se hará preferentemente durante una celebración comunitaria.
2. La imposición del Escapulario comporta la agregación a la familia carmelita. Tienen facultad de bendecir el Escapulario los sacerdotes y diáconos; pueden también imponerlos otras personas autorizadas.
3. Para la bendición e imposición debe usarse el Escapulario del Carmen en su forma tradicional. Puede sustituirse después por la medalla.
4. La bendición e imposición del Escapulario se realiza según los ritos y las oraciones que siguen. La celebración comprende los ritos iniciales, la lectura de la Palabra de Dios y las preces, la oración de bendición y la imposición del Escapulario y los ritos conclusivos. Así se expresa de una manera más completa el sentido que tiene el Escapulario en la vida de los fieles que lo reciben.
5. Es necesario que en la celebración quede bien expresado el sentido espiritual de las gracias unidas al Escapulario de la Virgen del Carmen, y los compromisos asumidos con este signo de devoción a la Santísima Virgen.
II. RITO DE LA BENDICIÓN E IMPOSICIÓNDEL ESCAPULARIO
Ritos iniciales
6. Reunidos los fieles delante del altar o delante de una imagen de la Virgen, el celebrante acoge a los fieles. Se canta oportunamente un canto apropiado o se guarda un momento de silencio.
Terminado el canto o el silencio, el ministro dice:En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:Amén.
Luego, el celebrante saluda a los presentes, diciendo:El Señor esté con vosotros.
Y todos responden:Y con tu espíritu.
O bien:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, nacido de la Virgen María, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros.
Todos responden:Y con tu espíritu.
7. El celebrante exhorta a los presentes a participar al rito explicando la naturaleza de la celebración con estas o parecidas palabras:
Durante la vida terrena de Jesús quien tocaba, aunque sólo fuesen los flecos de su manto quedaba curado. Alabamos al Señor porque en su Iglesia continúa usando los medios más humildes para mostrarnos su inmensa misericordia. También nosotros podemos utilizarlos para glorificar al Señor, expresar nuestro deseo de servirlo y renovar nuestro compromiso de fidelidad, contraído en la consagración bautismal para toda nuestra vida.El Escapulario del Carmen es un signo del amor maternal de la Virgen María, que recuerda su iniciativa en favor de los miembros de la familia carmelita, particularmente en los momentos de mayor necesidad. Es un amor que pide respuesta de amor.Este Escapulario es signo de comunión con la Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, dedicada al servicio de la Virgen para el bien de toda la Iglesia. Con él expresáis el deseo de participar en el espíritu y vida de la Orden.El Escapulario es un espejo de la humildad y de la castidad de María; por su sencillez nos invita a vivir con modestia y pureza. Llevándolo día y noche es signo de nuestra oración continua y de particular dedicación al amor y al servicio de la Virgen María.Llevando el Escapulario renováis vuestro compromiso bautismal de revestiros de nuestro Señor Jesucristo. En María será salvaguardada vuestra esperanza de salvación, porque el Dios de la Vida ha puesto su morada en Ella.
Lectura de la Palabra de Dios
8. Luego, uno de los presentes, o el mismo celebrante, proclama un texto de la Sagrada Escritura, seleccionado principalmente entre los que en Leccionario hacen referencia al misterio de la salvación o a Santa María Virgen. Se indican a continuación algunos textos considerados los más apropiados:
a) Del Antiguo Testamento:Pr 8, 17-21: Yo amo a quienes me aman.Is 61, 10-11: Me ha revestido de un manto de justicia.2Re 2, 7-13: El manto de Elías cae sobre Eliseo.Bar 5, 1-5: Revestíos de la belleza de Dios.Ez 16, 8-14: Tu belleza era perfecta.
b) Del Nuevo Testamento:Mc 5, 25-34: La mujer tocó el vestido de Jesús y quedó curada.Le 2, 4-8: María envolvió en pañales a su Primogénito.Rm 12, 1-2: Este es vuestro culto espiritual.Gal 4, 4-7: Dios ha enviado a su Hijo nacido de una mujer.Ef 4, 17.20-24: Revestíos del hombre nuevo.Ef 6, 10-17: Tomad fuerza del Señor.
9. Terminada la lectura, el ministro exhorta a los presentes explicando el sentido de la celebración, las gracias y los compromisos que se derivan del Escapulario, a la luz de la palabra de Dios. Luego, es conveniente unos instantes de silencio.
Preces
10. Sigue la oración común. Se proponen algunas intenciones a elegir las más adecuadas o añadir otras relacionadas con las peculiaridades de los fieles o de las circunstancias. El celebrante inicia diciendo:
Supliquemos ahora al Padre por intercesión de la Virgen María, en cuyo seno se encarnó el Hijo de Dios y habitó entre nosotros, que testimoniemos con nuestras obras el Evangelio y digámosle:
R/. Concédenos, Señor, revestirnos de Jesucristo.
Padre santo, que has querido que tu Hijo asumiera nuestra carne para hacernos partícipes de tu vida divina,- por intercesión de María, su perfecta discípula, haz que nos revistamos interiormente de tu gracia.
Padre santo, que has querido que tu Hijo se hiciera semejante a nosotros, excepto en el pecado, para que, siguiendo sus huellas, nos configuremos con él,- por intercesión de la Virgen, haz que imitemos a Cristo y que seamos por nuestras obras ofrenda agradable ante ti.
Padre Santo, para revelarnos tu amor, nos invitas al banquete de la gracia, y nos pides revestirnos con el hábito nupcial,- por intercesión de la Madre de tu Hijo, haz que nos revistamos de su caridad operante y de su amoroso servicio.
Padre santo, que has querido que la Virgen María aplastara la cabeza de la serpiente,- por su intercesión, haz que seamos capaces de superar las insidias del maligno en nuestra vida y en el mundo.
Padre santo, que has elegido a la Virgen María como hija de la Nueva Alianza,- por su intercesión, purifica nuestros corazones y fortalece nuestra fe.
Padre santo, que has mirado la humillación de tu esclava para que proclamara tu grandeza,- por su intercesión, haz que anunciemos tu reino y proclamemos tu misericordia de generación en generación.
Padre santo, que has dado a tu Hijo una madre, que lo cuidara amorosamente,- por su intercesión, haz que amemos a los pobres y marginados, y con ellos construyamos un mundo más justo y fraterno.
Padre santo, que nos has revestido con el manto de la justicia y de la santidad,- por la intercesión de la Virgen Maria, santifícanos en Cristo y haznos cooperadores generosos en la obra de salvación del mundo.
Padre santo, que nos has bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales,- por la intercesión de la Virgen María, haz que pasemos felizmente de la muerte a la vida sin fin.
Oración de bendición
11. El celebrante, con las manos extendidas, añade:
Oh Dios, inicio y complemento de nuestra santidad, que llamas a la plenitud de la vida cristina y a la perfección de la caridad a los que han renacido del agua y del Espíritu Santo, mira con bondad a estos servidores tuyos, que reciben con devoción este Escapulario del Carmen, que llevarán diligentemente como un signo de su ofrecimiento a la Virgen María del Monte Carmelo. Haz que sean imagen de Cristo, tu Hijo, y así, terminado felizmente su paso por esta vida, con la ayuda de la Virgen Madre de Dios, sean admitidos al gozo de tu mansión. Por Jesucristo, nuestro Señor.R/. Amen.
A continuación, el celebrante asperja con agua bendita.
Imposición del Escapulario
12. Luego, el celebrante impone el Escapulario a los candidatos, diciendo:
Recibe este Escapulario (por el cual quedas admitido en la cofradía de la familia de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo), y confía en el amor de tan gran Madre. Compórtate de tal manera que, con la ayuda de la santísima Virgen, te esfuerces cada día más en vestirte de Cristo y hacer que su vida se manifieste en la tuya para gloria de la santísima Trinidad y para el bien de la Iglesia y de los hombres.R/. Amén.
13. Según las circunstancias, el celebrante pronuncia en voz alta la fórmula de imposición una sola vez para todos. Todos a la vez responden Amén, y se acercan al celebrante o a otra persona autorizada para la imposición del Escapulario.
14. Terminada la imposición, el celebrante, vuelto hacia los que han recibido el Escapulario, dice:
Por la bendición e imposición de este Escapulario habéis sido admitidos en la familia del Carmelo, dedicada a la imitación y al servicio de la Virgen, Madre de Dios, para que podáis servir con mayor dedicación a Cristo y a su Iglesia, con el mismo espíritu contemplativo y apostólico de la Orden del Carmen. Para que lo consigáis con más perfección, yo, con la potestad que se me ha concedido, os admito a la participación de todos los bienes espirituales de la misma Orden.
15. El celebrante instruye a los fieles sobre los compromisos y obligaciones que comporta la admisión en la familia del Carmelo.
Conclusión del rito
16. El celebrante concluye el rito con la bendición solemne.
El Padre os inunde de su amor misericordioso que nos ha dado en Cristo Jesús, hijo de la Virgen Maria.R/. Amén.
Jesucristo os haga partícipes del amor, del Padre en el calor materno de la Virgen del Carmen, de modo que podáis obrar todo bien.R/. Amén.
El Espíritu que os ha inspirado el ponernos bajo el manto de María, os haga apóstoles en el camino de la paz y la justicia.R/. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo descienda sobre vosotrosR/. Amén.
O bien:
El Señor nos bendiga, nos libre de todo mal y nos lleve a la vida eterna.R/. Amén.
17. Es aconsejable terminar el rito con un canto mariano adecuado, por ejemplo: Flos Carmeli, Salve Regina, o Sub tuum praesidium.
RITO BREVE DE LA BENDICIÓN E IMPOSICIÓNDEL ESCAPULARIODE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARIADEL MONTE CARMELO
Rito inicial
18. El celebrante, delante de una imagen de la Virgen, exhorta a los que van a recibir el Escapulario, invitándoles a participar dignamente en la celebración. Luego, dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R/. Amén.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, nacido de Santa Maria Virgen, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros.R/. Y con tu espíritu.
19. El celebrante expone brevemente el significado de la bendición e imposición del Escapulario.
Lectura de la Palabra de Dios
20. Uno de los presentes, o el mismo celebrante, proclama un texto de la Sagrada Escritura, por ejemplo:
a) Del Antiguo Testamento:Pr 8, 17-21: Yo amo a quienes me aman.Is 61, 10-11: Me ha revestido de un manto de justicia.2Re 2, 7-13: El manto de Elías cae sobre Eliseo.Bar 5, 1-5: Revestíos de la belleza de Dios.Ez 16, 8-14: Tu belleza era perfecta.
b) Del Nuevo Testamento:Mc 5, 25-34: La mujer tocó el vestido de Jesús y quedó curada.Le 2, 4-8: María envolvió en pañales a su Primogénito.Rm 12, 1-2: Este es vuestro culto espiritual.Gal 4, 4-7: Dios ha enviado a su Hijo nacido de una mujer.Ef 4, 17.20-24: Revestíos del hombre nuevo.Ef 6, 10-17: Tomad fuerza del Señor.
Preces
21. Sigue la oración común. Se proponen algunas intenciones a elegir las más adecuadas o añadir otras relacionadas con las peculiaridades de los fieles o de las circunstancias. El celebrante inicia diciendo:
Roguemos a Dios, nuestro Padre, por intercesión de la Virgen María, diciendo:R/. Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario sean revestidos de Cristo con la gracia del Espíritu Santo, roguemos, al Señor:Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario vivan su compromiso bautismal de revestirse de Cristo, roguemos al Señor:Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario sean fortalecidos en la fe, la esperanza y la caridad, roguemos al Señor:Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario sean siempre miembros vivos de la familia del Carmelo con sus oraciones, sacrificios y buenas obras, roguemos al Señor:Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario sean una continuación del amor que Jesús profesaba a su Madre, roguemos al Señor:Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario se revistan de las virtudes de la Virgen purísima, sepan escuchar la palabra de Dios y vivirla cada día, roguemos al Señor:Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario, por intercesión de Maria, sean iluminados en la contemplación, gozosos en la fraternidad y celosos en el servicio a los demás, roguemos al Señor:Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario vivan de modo que entren a formar parte de la asamblea de los santos, con María santísima, revestidos del vestido nupcial, roguemos al Señor:Te rogamos, óyenos.
Oración de bendición
22. El celebrante, con las manos extendidas, dice:
Padre santo, que prefieres y aumentas la caridad, tu has querido que tu Unigénito Hijo Jesucristo se encarnara en el seno de la Virgen María por obra del Espíritu Santo; concede a este hijo tuyo (esta hija tuya), que recibe con devoción el Escapulario de la familia de la bienaventurada Virgen Maria del Monte Carmelo, la gracia de revestirse del Señor Jesús en todas las circunstancias de esta vida y alcance así la gloria eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.R/. Amén.
El celebrante asperja con agua bendita.
Imposición del Escapulario
23. El celebrante impone el Escapulario diciendo:
Recibe este Escapulario por el cual quedas admitido en la familia de la bienaventurada Virgen Maria del Monte Carmelo, llévalo como signo de su protección maternal y de tu compromiso por imitarla y servirla. Ella te ayude a revestirte de Cristo, para dar gloria de la santísima Trinidad y para cooperar en la Iglesia al bien de los hermanos.R/. Amén.
24. Terminada la imposición, el celebrante anuncia la admisión a la familia Carmelitana con estas o parecidas palabras:
Por la facultad que me ha sido concedida, te admito a la participación de todos los bienes espirituales del Orden del Carmen.
25. El celebrante explica los compromisos y las obligaciones que comporta el vestir dignamente el Escapulario.
Conclusión del rito
26. El celebrante concluye el rito con la bendición, diciendo:
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros.R/. Amén.
O bien:
El Señor nos bendiga, nos libre de todo mal y nos lleve a la vida eterna.R/. Amén.
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Virgen Peregrina

Fotografías del envío de las Virgenes Peregrina del Carmen

Este proyecto de la Virgen Peregrina se inició el pasado 15 de octubre 2006
Ya hemos realizados tres envíos masivos, tenemos 125 imagenes peregrinando
en diferentes partes del pais y tres fuera en USA dos y en Haití otra imagen

La intención es orar por la paz, el amor, la unidad y la reconciliación en las familias y en nuestro pais
además promover la devoción a nuestra madre del Carmelo.


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viernes, 6 de julio de 2007

DEVOCIÓN DE LAS 7 EXCELENCIAS

NUESTRA SEÑORA
VIRGEN DEL CARMEN
DEVOCIÓN DE LAS 7 EXCELENCIAS



Después de cada excelencia se reza un padrenuestro y una avemaría

Primera excelencia, el haber tenido el cuerpo más perfecto y hermoso de todas las criaturas con el singular privilegio de haber sido concebida en gracia.

Segunda excelencia, el alma más santa, que Dios crió, después de la de Jesucristo, adornada de todas las virtudes y gracias del Espíritu Santo.

Tercera excelencia, la vida mas excelente que hubo en el mundo, juntando con suma perfección las tres vidas: activa, contemplativa y unitiva.

Cuarta excelencia, la dignidad más aventajada que tuvo jamás criatura alguna, por ser Madre de su Criador.

Quinta excelencia, la muerte más dichosa que puede haber, por haber muerto de amor a su Dios.

Sexta excelencia, la Asunción más gloriosa que jamás se vio, acompañada de ángeles y llevada en los brazos de Cristo, su amado.

Séptima excelencia, la coronación y gloria más soberana que se puede pensar, pues fue coronada de las jerarquías angélicas.

ORACIÓN

Virgen soberana, gloriosa Madre, Templo y sagrario de la Trinidad Santísima, Gloria de los justos, Amparo y consuelo de los afligidos pecadores, Madre y blasón de los Carmelitas: por la purísima limpieza de pecado original; por la' gracia y dones que adornan vuestra alma; por la vida que hicisteis para espejo de los justos; por la dignidad grandiosa de Madre de Dios, engrandecida y ensalzada entre todas las generaciones; por la muerte dichosa de amores soberanos; por la Asunción gloriosa para Reina de los cielos, y por la corona de gloria que os dieron para aventajar a los Santos y Coros celestiales: os suplico, pues lo tenéis ofrecido a los que llevan vuestro santo Escapulario y procuran ser hijos vuestros, me ayudéis en vida, para que con santidad en el alma y pureza en el cuerpo sirva a vuestro Hijo JESÚS, guardando sus santos preceptos, y me asistáis en mi muerte, para que en los peligros de ella, triunfando de mis enemigos, salga de esta vida en gracia y amor de Dios. Y, finalmente, en las rigurosas penas del Purgatorio, vuestra intercesión soberana me valga, para que el primer sábado salga a gozar de la vida eterna. Así sea.



1. Los cofrades del santo Escapulario de la Virgen del Carmen rezan cada día siete Padrenuestros y Avemarías en honor de las siete excelencias que tuvo la santísima Virgen. Por estas siete excelencias se ha de pedir a la Santísima Virgen santidad en el alma y pureza en el cuerpo, observancia de la Ley santa de Dios, buena muerte y verse libre del Purgatorio para gozar de la vida eterna; pues, como Ella tiene prometido en la Bula del Papa, Juan XXII, amparara y favorecerá a sus devotos y Cofrades en la vida, los asistirá en su muerte y librará de las penas del Purgatorio. [Volver]


NUESTRA SEÑORAVIRGEN DEL CARMEN3. NOVENA I

I. DÍAS: 1


Por la señal, etc.
ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍASDios mío y Señor mío, postrado delante de vuestra Majestad Soberana, con todo mi ser, con toda mi alma y todo mi corazón te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. A ti te reconozco por mi Dios y mi Señor; en Ti creo, en Ti espero y en Ti confío me has de perdonar mis culpas, y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor. A Ti amo sobre todas las cosas. A Ti confieso mi suma ingratitud y todas mis culpas y pecados, de todo lo cual me arrepiento y te pido me concedas benignamente el perdón. Pésame, Dios mío, de haberos ofendido, por ser Vos quien sois. Propongo firmemente, ayudado con vuestra divina gracia, nunca más pecar, apartarme de las ocasiones de ofenderos, confesarme, satisfacer por mis culpas y procurar en todo serviros y agradaros. Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura alabe a la santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y alcance por su poderosa intercesión la gracia especial que en este Novena pido, si ha de ser para mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores, y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario; por lo que su divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que pido en esta Novena, si conviene para su mayor honra y gloria, y bien de mi alma: que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa, y quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos a fin de poder alabarte dignamente; y uniendo mis voces con sus afectos, te saludo una y mil veces, diciendo: (rezar tres avemarías)
Rezar a continuación la oración del día que corresponda:

DÍA PRIMERO
Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que fuiste figurada en aquella nubecilla que el gran Profeta de Dios, Elías, vio levantarse del Mar, y con su lluvia fecundó copiosamente la tierra, significando la purísima fecundidad con que diste al mundo a tu querido Hijo Jesús, para remedio universal de nuestras almas: te ruego, Señora, me alcances de su majestad copiosas lluvias de auxilios, para que mi alma lleve abundantes frutos de virtudes y buenas obras, a fin de que sirviéndole con perfección en esta, vida, merezca gozarle en la eterna. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
__________
DÍA SEGUNDO
Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que por tu singular amor a los Carmelitas los favoreciste con tu familiar trato y dulces coloquios, alumbrándolos con las luces de tu enseñanza y ejemplo de que dichosamente gozaron. Te ruego, Señora, me asistas con especial protección, alcanzándome de tu bendito Hijo Jesús luz para conocer su infinita bondad y amarle con toda mi alma; para conocer mis culpas y llorarlas para saber como debo comportarme a fin de servirle con toda perfección; y para que mi trato y conversación sean siempre para su mayor honra y gloria y edificación de mis prójimos. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
__________
DÍA TERCERO
Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que te dignaste admitir con singular amor el obsequio filial de los Carmelitas, que entre todos los mortales fueron los primeros que en tu honor edificaron un templo en el Monte Carmelo, donde concurrían fervorosos a darte culto y alabanza. Te ruego, Señora, me alcances sea mi alma templo vivo de la Majestad de Dios, adornado de todas las virtudes, donde El habite siempre amado, adorado y alabado por mi, sin que jamás le ocupen los afectos desordenados de lo temporal y terreno. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la


DÍA CUARTO
Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que para mostrar tu especialísimo amor a los Carmelitas les honraste con el dulce nombre de hijos y hermanos tuyos, alentando con tan singular favor su confianza, para buscar en ti, como en amorosa Madre, el remedio, el consuelo y el amparo en todas sus necesidades y aflicciones, moviéndoles a la imitación de tus excelsas virtudes. Te ruego, Señora, me mires, como amorosa Madre y me alcances la gracia de imitarte, de modo que dignamente pueda yo ser llamado también hijo tuyo, y que mi nombre sea inscrito en el libro de la predestinación de los hijos de Dios y hermanos de mi Señor Jesucristo. Así Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
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DÍA QUINTO
Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que para defender a los Carmelitas, tus hijos, cuando se intentaba extinguir la sagrada Religión del Carmen, mostrando siempre el amor y singular predilección con que los amparas, mandaste al Sumo Pontífice, Honorio III, los recibiese benignamente y confirmase su instituto, dándole por señal de que esta era tu voluntad y la de tu divino Hijo, la repentina muerte de dos que especialmente la contradecían. Te ruego, Señora, me defiendas de todos mis enemigos de alma y cuerpo, para que con quietud y paz viva siempre en el santo servicio de Dios y tuyo. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
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SEXTO DÍA
Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que para señalar a los Carmelitas por especiales hijos tuyos, los enriqueciste con la singular prenda del santo escapulario, vinculando en él tantas gracias y favores para con los que devotamente lo visten y cumpliendo con sus obligaciones, procuran vivir de manera que imitando tus virtudes, muestran que son tus hijos. Te ruego, Señora, me alcances la gracia de vivir siempre como verdadero cristiano y cofrade amante del santo escapulario, a fin de que merezca lograr los frutos de esta hermosa devoción. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
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DÍA SÉPTIMO
Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que en tu santo Escapulario diste a los que devotamente lo visten, un firmísimo escudo para defenderse de todos los peligros de este mundo y de las asechanzas del demonio, acreditando esta verdad con tantos y tan singulares milagros. Te ruego, Señora, que seas mi defensa poderosa en esta vida mortal, para que en todas las tribulaciones y peligros encuentre la seguridad, y en las tentaciones salga con victoria, logrando siempre tu especial asistencia para conseguirlo. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
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DÍA OCTAVO
Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que ejerces tu especial protección en la hora de la muerte para con los que devotamente visten tu santo escapulario, a fin de que logren por medio de la verdadera penitencia salir de esta vida en gracia de Dios y librarse de las penas del infierno. Te ruego, Señora, me asistas, ampares y consueles en la hora de mi muerte, y me alcances verdadera penitencia, perfecta contrición de todos mis pecados, encendido amor de Dios y ardiente deseo de verle y gozarle, para que mi alma no se pierda ni condene, sino que vaya segura a la felicidad eterna de la gloria. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
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DÍA NOVENO

Comenzar con el acto de contrición y la oración.
ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que extendiendo tu amor hacia los Carmelitas, aún después de la muerte, como piadosísima Madre de los que visten tu santo escapulario consuelas sus almas, cuando están en el Purgatorio, y con tus ruegos consigues salgan cuanto antes de aquellas penas, para ir a gozar de Dios, nuestro Señor, en la gloria. Te ruego, Señora, me alcances de su divina Majestad cumpla yo con las obligaciones de cristiano y la devoción del santo escapulario, de modo que logre este singularísimo favor. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a Ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección. Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos como ofenden a tu divino Hijo, y a tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad. Así sea.
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Pidele al Señor que te llene con su espiritu


PÍDELE AL SEÑOR QUE TE LLENE CON SU ESPÍRITU
Padre en el cielo, te agradezco tu inmenso amor por mí permitiendo que tu Hijo muera en la Cruz por mí, un pecador. Jesús mi Salvador, te agradezco por cargar con mis pecados y maldiciones en Tu Cuerpo sobre la Cruz y enviar tu Espíritu Santo sobre mí. Señor, Espíritu Santo te agradezco por venir a mí y hacerme un hijo de Dios Padre y un hermano de Cristo Jesús. Señor, Espíritu Santo siento mucho los pecados cometidos por no haberme rendido a tu acción poderosa. Me arrepiento de mis pecados. Acepto a Jesús como el único Señor de mi vida. Dios, Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, para poder pertenecer enteramente a Ti, yo te consagro ahora, mi cuerpo y mi alma, mi entendimiento y todo mi ser, mis pensamientos y deseos, mis palabras y hechos, mis alegrías y tristezas, mi vida y mi muerte.
Gobierna sobre mí, ¡Oh Espíritu de amor! lléname, santifícame, fortaléceme y guíame.
(Repite la última frase con una fe expectante y creyendo que El está viniendo sobre ti, continúa alabando y dando gracias. Entonces experimentarás al Espíritu viniendo y llenándote y serás capaz incluso de orar en lenguas abriendo tu interior a la gran y maravillosa experiencia del amor de Dios).
Reza a María, Inmaculada Esposa del Espíritu Santo para que te vuelvas a llenar completamente del Espíritu.
ORACIÓN POR LA SANACIÓN FÍSICA
Jesús cura a todos los que se acercan a Él con fe, aun hoy día. Es la fe en Él lo que cura. «Tu fe te ha curado, vete en paz» son Sus palabras. Ellas son apropiadas hasta estos días.
"Le traían todos los que se sentían mal, aquejados de diversas enfermedades y sufriemientos, endemoniados, lunáticos y paralíticos y los curaba" (Mt 4:24)
Cómo rezar por la sanación
Trae tu enfermedad al Señor que sana y ríndela con fe. Porque Jesús te ama, Él quiere curarte.Una vez que oras por una curación, debes creer en tu corazón que Él ya te ha curado, sea que tú veas la curación ahora o sea más tarde. «Y si sabemos que Él nos escucha en lo que le pedimos, sabemos que hemos obtenido lo que le hayamos pedido.» (1 Jn 5, 15). Una vez que crees que Él te ha curado, debes dar testimonio delante de los otros. Observa la mujer con problemas de sangre. Después de haber sentido el toque sanador del Señor, ella sin titubeos declaró en presencia de toda la gente por qué ella le había tocado, y cómo se había curado ella instantáneamente. (Lc. 8, 47)
Pero pide con fe, sin dudar (Sant 1:6)
Reza así:
Mi Señor Jesús, yo creo que me amas mucho. Te alabo y te rindo culto como mi único Salvador y Maestro. Te pido que cures mi enfermedad, dame una curación completa y hazme libre. Pon tus manos heridas sobre mi cabeza y deja que tu poder sanador se filtre a través de mi cuerpo, deja que mi órgano enfermo experimente el magnífico poder de tu toque sanador. Dame fuerza, Oh Señor, para que pueda ir por tus caminos y llevar a cabo todos mis deberes y obligaciones de acuerdo a tu Santa voluntad. Alabado seas Jesús. Gracias Jesús. Aleluya. (Repite la oración tantas veces como desees) Después de la oración de sanación, debes pasar más tiempo alabando a Jesús y si tienes el don de LENGUAS, úsalo.
Lee Lc 6, 22-56; Heb 11, 1-40; Hch 3, 1-26; Sal 38.
LIBERACIÓN DE PECADOS HABITUALES
«¡No os engañéis! Ni Fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni afeminados, ni sodomitas, ni ladrones, ni avaros, ni borrachos, ni ultrajadores, ni rapaces, heredarán el Reino de Dios» (1Cor 6,9b,10). Por la repetición de un pecado, uno cae en el hábito de pecar. Cierta gente caen en pecados habituales para disimular algunas de los viejas recuedos o temores.
Si rezas honrando las llagas de Cristo y Su preciosa Sangre, serás liberado de todas tus ataduras, porque hemos sido salvados por sus heridas. La Sangre de Cristo, que por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo inmaculado a Dios, limpiará nuestra conciencia de las obras muertas para dar culto al Dios vivo. (Heb 9, 14)
Debéis despojaros de vuestra vida pasada, del hombre viejo, corrompido por las concupiscencias engañosas, renovaos en vuestro Espíritu y en vuestra mente. (Ef. 4: 22)
¿Qué deberíamos hacer ?
- Sé consciente de tus pecados habituales. - Arrepiéntete de ellos y detéstalos de corazón. - Como eres débil y flaqueas, ve a Jesús, Él te fortalecerá en tu debilidad. - Si perseveras en tu vida de oración, y vida de sacramentos y haces buenas obras, estarás siempre unido a Jesús y serás incapaz de regresar a tu antigua manera de vivir. «Todo el que ha nacido de Dios no peca, porque el Espíritu de Dios mora en él y no puede pecar, porque ha nacido de Dios». (1 Jn 3, 9)
Pactaré con ellos una alianza eterna, nunca cesaré de hacerles bien, y pondré mi temor en sus corazones, de modo que no se aparten de mi. (Jer 32: 40)
Recemos de esta manera:
Oh Jesús crucificado por mí en el Calvario, ten misericordia de mí. Rindo a tus pies todos mis hábitos y tinglados compulsivos (conscientemente trae cada uno de ellos que te han esclavizado puede ser alcoholismo, fumar, masturbación, homosexualidad, cólera, egoísmo, codicia, resentimiento, etc.). Oh Divino Salvador, lava mi corazón y mi mente en tu preciosa Sangre para que sean purificados y estén limpios como la nieve. Envía tu Espíritu Santo, y la fuerza y poder que fluye de tu Sagrado Corazón, dentro de mi corazón, para que yo sea capaz de no regresar a mi antigua forma de vida. Permíteme vivir muy cerca de tu dulce Corazón para que Tú puedas estar en mí y yo pueda estar en Ti viviendo siempre una vida santa.. Alabado seas Jesús. Gracias Jesús. (Es bueno pasar más tiempo alabando a Jesús. Puedes cantar un canto de alabanza a Jesús).
Lee Mt 5, 1-48; Ef. 4, 17-32; Sal 22.
ORACIÓN POR LA MISERICORDIA DE DIOS
«El Señor, el Señor, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera, rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado, pero que no los deja impunes; que castiga la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación» (Ex. 34, 7). Quizás algunos de los problemas que encontramos son debidos a la maldad y vida pecadora de nuestros antepasados y mayores de la familia, pecados no arrepentidos, deudas sin pagar, abortos, asesinatos, afligir a viudas y huérfanos, brujería y hechicería, idolatría, etc... Estas cosas claman la venganza de Dios. Por lo tanto necesitamos pedir la misericordia y perdón de Dios. Si hay que pagar alguna deuda, se debe hacer. Si está presente el odio o resentimiento, es necesario una reconciliación.
Mirad, no es demasiado corta la mano del Señor para salvar, ni es duro su oído para oír, sino que vuestras faltas han sido barreras entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho que oculte su rostro para no escucharos (Is. 59: 1-2).
Si es posible recemos la siguiente oración ante un Crucifijo.
Oración
Oh misericordioso Jesús, ten piedad de mí, un pecador. Yo de todo corazón te pido perdón por todos los pecados e iniquidades cometidos por mis padres, abuelos, familiares, amigos y superiores. Lávame de mis pecados y culpabilidad por la preciosa Sangre que derramaste en la Cruz por mí. No me arrojes en cólera lejos de tu presencia. Ten misericordia de mí, oh Señor, así como fuiste misericordioso con el buen ladrón y la mujer pecadora y hazme tu hijo. Cúbreme con tu preciosa Sangre y escóndeme en tus llagas. Sé mi fuerza y fortaleza. Guíame a salvo por tu camino de salvación. Rindo mi yo a tu voluntad, Señor. Estoy listo para ir a donde Tú quieras que vaya. Estoy listo para hacer lo que Tú quieras que haga . Envía tu Espíritu Santo y fortaléceme Señor, mi Dios. Alabado seas Jesús. Gracias Jesús (repetir). Es bueno cantar himnos de arrepentimiento.
Lee: Jn 19, 17-37; Rom 5, 1-12; Sal 106.
ORACIÓN POR LA SANACIÓN INTERNA
Debéis despojaros de vuestra vida pasada, del hombre viejo, corrompido por las concupicencias engañosas, renovaos en vuestro espíritu y en vuestra mente y revestíos del hombre nuevo, creado según Dios, en justicia y santidad verdadera.
(Ef 4: 22-24)
Todo creyente experimenta dentro de sí mismo la vida del espíritu y la vida de la carne. Un Cristiano debe destruir las obras de la carne. (Rom 8, 13) y vivir una vida de acuerdo con el Espíritu Santo. La carne significa todas las imaginaciones, recuerdos, dolores, heridas, sentimientos negativos, sobresaltos, rechazo, culpabilidad, tristezas, sentimientos de abandono, malos hábitos heredados, malos hábitos adquiridos, imitaciones malas, etc... Cuando todos éstos están dentro de uno, no se puede vivir una vida según el Espíritu. Por lo tanto se necesita liberación y sanación interna. «Así que el que está en Cristo, es una nueva creación: lo viejo pasó; ved que ha nacido lo nuevo» (2 Cor 5, 17)
Qué debes de hacer:
- Trae ante el Señor tu viejo yo con todos sus problemas. Si pasas algún tiempo en oración podrás ver tu viejo yo bien. - Cree que Jesús se llevó todas tus heridas en su Cuerpo sobre la Cruz. (1 Pe 2, 24) - Invita a Jesús dentro de tu vida y pídele a Él que pase por ella desde el vientre de tu madre hasta ahora. - Mientras oras, cree en tu corazón que el Señor te está tocando y sanando (1 Jn 5, 14-15) y alaba a Dios por la maravillosa experiencia de sanación interna.
Reza así:
Jesús, te pido que entres dentro de mi corazón y toques esas experiencias de vida que necesitan ser sanadas. Tu me conoces mucho mejor que yo a mí mismo. Por lo tanto, trae tu amor a cada rincón de mi corazón. Dondequiera que descubras al niño herido, tócalo, consuélalo y ponlo en libertad.
Retrocede en mi vida hasta el mismo momento en que fui concebido. Purifica mi cuerpo y libérame de esas cosas que pueden haber ejercido una influencia negativa en ese momento. Bendíceme mientras estaba siendo formado en el vientre de mi madre y elimina todos los obstáculos a la integridad que me puedan haber afectado en esos meses de confinamiento.
Concédeme un profundo deseo de volver a nacer y cura cualquier trauma físico o emocional que pudiera haberme dañado en el proceso de mi nacimiento. Gracias Señor por estar ahí para recibirme en tus brazos en al mismo momento de mi nacimiento, para darme la bienvenida a la tierra y asegurarme que Tu nunca me fallarías o me abandonarías.
Jesús, yo te ruego que rodees mi infancia con tu luz y toques esos recuerdos que me impiden ser libre. Si necesité más amor materno, envíame tu madre, María, para que me proporcione cuanto me falte. Pídele que me abrace, que me bese, que me cuente historias y que llene todas esas partes vacías en mí, que necesitan el consuelo y el calor que sólo una madre podría dar.
Quizás el niño interior se sintió necesitado en el área del amor paterno. Señor, que yo sea libre para gritar «Abba», papá, con cada parte de mi ser. Si necesité más del amor de un padre y garantía para asegurarme que yo fui deseado y amado muy profundamente, te pido que me tomes y sienta yo tus brazos fuertes y protectores. Dame y renueva mi confianza y valor para hacer frente a las adversidades del mundo para que sepa que el amor de mi Padre me sostiene si tropiezo y caigo.
Pasa por mi vida, Señor, y confórtame cuando los otros no me trataron bien. Cura las heridas de encuentros que me dejaron atemorizado, que hicieron que me replegara en mí mismo y creara barreras contra la gente. Si me he sentido solo, abandonado y rechazado por la humanidad, concédeme a través de tu amor sanador, un nuevo sentido de valía como persona.
La gente me rechazó y hablaron mal de mí cuando yo era inocente, y me sentí triste y resentido. Oh Señor, ven y cúrame. Te presento mis malos hábitos y mi viejo yo vicioso y corrompido, lávame y purifícame, Oh Señor.
Jesús, me entrego a ti, cuerpo, mente y espíritu, y gracias por hacerme íntegro.
Gracias Señor
Es bueno acudir a un retiro de sanación interior.
ORACIÓN PARA ACEPTAR A JESÚS COMO SALVADOR
A cualquier casta o creencia que pertenezcas si necesitas salvación, necesitas creer en Jesús y aceptarlo como Señor y salvador de tu vida. Tienes que abandonar todas las otras creencias, de creer en otros dioses, de creer en ídolos y supersticiones, etc. Tú debes de estar convencido que Jesús murió por tus pecados e iniquidades. «Si tu confiesas con tus labios al Señor Jesús y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de la muerte, tú serás salvo.» (Rom 10, 9)
Oración
Padre Celestial, yo ....(nombre), gracias por darme a Jesús, tu Hijo unigénito para morir por mí en la cruz llevando mis pecados y enfermedades, para que yo pudiera morir al pecado y vivir una vida íntegra. En el pasado, mi mente estaba a ciegas sobre la forma de salvación que tú habías preparado para mí. Y así yo traté de justificarme ante ti por mis buenas obras no sabiendo que «mis buenas obras son como paño manchado». (Is 64, 6). Hoy me encuentro totalmente inútil delante de ti, incapaz de hacer nada por mí mismo para salvarme. Como San Pablo, yo grito : «¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?» (Rom 7, 24)
Hoy, Oh mi Jesús, estoy convencido en mi corazón que «no hay Salvación en ningún otro, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado entre los hombres por el cual nosotros debamos salvarnos.» (Hch 4, 12)
Y así Padre, trayendo a la mente tu promesa. «Cuando me busquéis de todo corazón, me dejaré encontrar de vosotros» (Jer 29, 13-14), vengo ante Ti abierto de mente y corazón buscando tu salvación, y confieso abiertamente delante de todos que Jesucristo es el único Salvador del mundo. Yo creo esto con todo mi corazón, y lo proclamaré sin avergonzarme en el futuro delante de los hombres.
Padre, hoy, convencido verdaderamente de mi fracaso para crecer en la gracia que Tú me has dado, vengo ante Ti con un espíritu deshecho, a confesar mi pecado de rechazar el Señorío de Jesús en mi vida, que es tan necesario para mi salvación.
Y así Padre, conforme a tu plan de salvación yo creo, en mi corazón y abiertamente proclamo que Jesucristo es el Señor (Rom 10, 9). Yo deseo ser un Cristiano llenado del Espíritu y cantar tus alabanzas por siempre. (Ef 5 , 18).
Señor Jesucristo, yo creo que eres el Hijo del Dios Vivo, nacido de la Virgen María, para ser el Salvador de todos los hombres. Te confieso mis pecados y te acepto como mi Salvador, Señor y Maestro. Lávame hasta quedar limpio en tu preciosa Sangre. Libérame completamente del dominio de Satanás, de mis tendencias a pecar, de mi egoísmo y egocentrismo. Ven al trono de mi corazón, amado Jesús. Yo quiero que seas el Señor de mi vida, el dueño indiscutible de todo lo que soy y de todo lo que tengo. Te invito a que entres en todas las áreas de mi vida, para que seas el dueño de mi vida y me controles y me guíes como te plazca. (Ahora menciona cada área de tu vida cuando dices: «Yo te entrego»). Yo te entrego mi vida entera mi familia, trabajo, negocios, propiedades, casa, dinero, entendimiento, educación, amigos, entretenimientos, estudios, aficiones, etc.
Ven Señor Jesús, Tú eres mi todo. Yo creo en tu palabra «A todos los que Le recibieron, a los que creen en Su nombre, Él les dio poder de hacerse hijos de Dios, quienes fueron nacidos, no de la sangre, ni del deseo de la carne, ni del deseo del hombre, sino de Dios.» (Jn 1, 12-13). Gracias Jesús. Alabado seas Jesús, Gloria a tu nombre. (Continua alabando a Jesús canta un himno de alabanza a Jesús). Lee los siguientes pasajes bíblicos: Is 43, 1-12; Rom 10, 5-21; Ap 7, 9-17
ORACIÓN POR LA SANTIDAD
«Aún antes de la fundación del mundo Dios nos había escogido para que fuéramos suyos a través de nuestra unión con Cristo, así podríamos ser santos e inmaculados delante de Él» (Ef 1, 4). Santidad es la característica de Dios. Cualquiera que desee habitar en Él debe ser santo. Es la santa voluntad de Dios que todos seamos santos. (1 Tes 4, 3). Todos los días rezamos «que se haga tu voluntad» y es su voluntad que nosotros seamos santos. Uno que se esfuerza por la perfección cabe esperar que sea perfecto y santo como lo es su Padre Celestial. (Mt 5, 48) . Si uno puede alzar su corazón al Santo Corazón de Jesús, él puede embeber santidad de Él. Nadie puede experimentar a Dios a no ser que esté revestido de santidad. (Mt 5, 8; Heb 12, 14). En todo ser humano hay una sed inherente de experiencia de Dios. (Sal 42, 1-6) Cualquier experiencia solamente es posible cuando se reciben los datos a través de los sentidos. Los sentidos externos tienen sus correspondientes sentidos internos que reciben los datos que son espirituales para tener la experiencia de Dios. Cuando los sentidos están corroídos y manchados por pecados, ellos no pueden recibir tales datos. Por lo tanto uno debe de lavar sus sentidos y su corazón en la preciosa Sangre de Jesús y pedir al Espíritu Santo que los llene con la santidad de Dios. (Heb 9, 14)
Oración
(Cerrando tus ojos interiores puedes contemplar el Corazón de Jesús, maltratado y herido, y levantando en fe tu mano derecha, puedes sumergirla en la Sangre que mana de él, y señala cada parte de tu cuerpo especialmente el corazón y los sentidos con el signo de la cruz. La Sangre de Cristo está disponible para todos aquellos que creen. (Rom 3, 25). Así como los israelíes marcaron las puertas de sus casas con sangre y se protegieron a sí mismos, tú puedes en fe marcar todo lo que tú quieras con las Sangre de Cristo, tu hogar, tu coche, tu tienda, los libros que lees, los utensilios, etc.)
Oh Jesús crucificado por mis pecados, ahora yo vengo a los pies de la Cruz y contemplando tu sagrado Corazón de donde fluye sangre y agua, humildemente te pido que laves mi corazón y sentidos para que yo pueda experimentar tu amor sin medida, y alcanzar la santidad de vida que Tú tanto deseas. Siento profundamente haberme manchado con diversos pecados en mi vida pasada. Uniendo todas mis pequeñas tristezas y sufrimientos con tus agudísimos sufrimientos en la cruz, yo expío por mis pecados. Oh Jesús, mi dulce Salvador, al rendirme a Ti, te expreso mi gran deseo de llegar a Ti más íntimamente para ver tu cara con mis ojos, oír tu voz a través de mis oídos, oler la dulce fragancia de tu divinidad y probar tu precioso amor y por tanto tener una experiencia personal completa de tu presencia. Oh Señor, déjame tocar tus santas heridas con mis manos (hacerlo) marcando y ungiendo cada parte de mi mismo para que pueda ser plenamente protegido de todo mal y de todo daño. Oh Espíritu Santo, ven a mí y habita en mí con la presencia de Jesús y del Padre para que pueda ser santo y sin mancha con todos los santos en el cielo. Amén
(Repetidamente puedes decir «Espíritu Santo, Señor, santifícame» y alabar y agradecer al Señor por un tiempo considerablemente largo, experimentando la presencia de Jesús dentro de ti. Si lo haces seriamente, con seguridad te sentirás sumergido en la santidad de Dios). Puedes leer los siguientes pasajes bíblicos: Sal 51, 1-19; Mat 5, 1-48; Ef 4, 1-32; Col 2, 1-23

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lunes, 2 de julio de 2007

Virgen del Carmen


Novena a la Virgen del Carmen Oraciones para cada día.

Novena a la Virgen del CarmenPor la señal, etc.ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍASDios mío y Señor mío, postrado delante de vuestra Majestad Soberana, con todo mi ser, con toda mi alma y todo mi corazón te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. A ti te reconozco por mi Dios y mi Señor; en Ti creo, en Ti espero y en Ti confío. Me has de perdonar mis culpas y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor. A Ti te amo sobre todas las cosas. A Ti confieso mi suma ingratitud y todas mis culpas y pecados, de todo lo cual me arrepiento y te pido me concedas benignamente el perdón. Pésame, Dios mío, de haberos ofendido, por ser Vos quien sois. Propongo firmemente, ayudado con vuestra divina gracia, nunca más pecar, apartarme de las ocasiones de ofenderos, confesarme, satisfacer por mis culpas y procurar en todo serviros y agradaros. Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura alabe a la santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y alcance por su poderosa intercesión la gracia especial que en este Novena pido, si ha de ser para mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma. Amén.ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍASOh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores, y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario; por lo que su divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que pido en esta Novena, si conviene para su mayor honra y gloria, y bien de mi alma: que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa, y quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos a fin de poder alabarte dignamente; y uniendo mis voces con sus afectos, te saludo una y mil veces, diciendo: (rezar tres avemarías)ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍASVirgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a Ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección. Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos, cómo ofenden a tu divino Hijo y a tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad. Así sea.DÍA PRIMERO Comenzar con el acto de contrición y la oración.ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que fuiste figurada en aquella nubecilla que el gran Profeta de Dios, Elías, vio levantarse del Mar, y con su lluvia fecundó copiosamente la tierra, significando la purísima fecundidad con que diste al mundo a tu querido Hijo Jesús, para remedio universal de nuestras almas: te ruego, Señora, me alcances de su majestad copiosas lluvias de auxilios, para que mi alma lleve abundantes frutos de virtudes y buenas obras, a fin de que sirviéndole con perfección en esta, vida, merezca gozarle en la eterna. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.DÍA SEGUNDO Comenzar con el acto de contrición y la oración.ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que por tu singular amor a los Carmelitas los favoreciste con tu familiar trato y dulces coloquios, alumbrándolos con las luces de tu enseñanza y ejemplo de que dichosamente gozaron. Te ruego, Señora, me asistas con especial protección, alcanzándome de tu bendito Hijo Jesús luz para conocer su infinita bondad y amarle con toda mi alma; para conocer mis culpas y llorarlas para saber como debo comportarme a fin de servirle con toda perfección; y para que mi trato y conversación sean siempre para su mayor honra y gloria y edificación de mis prójimos. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.DÍA TERCERO Comenzar con el acto de contrición y la oración.ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que te dignaste admitir con singular amor el obsequio filial de los Carmelitas, que entre todos los mortales fueron los primeros que en tu honor edificaron un templo en el Monte Carmelo, donde concurrían fervorosos a darte culto y alabanza. Te ruego, Señora, me alcances sea mi alma templo vivo de la Majestad de Dios, adornado de todas las virtudes, donde El habite siempre amado, adorado y alabado por mi, sin que jamás le ocupen los afectos desordenados de lo temporal y terreno. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.DÍA CUARTO Comenzar con el acto de contrición y la oración.ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que para mostrar tu especialísimo amor a los Carmelitas les honraste con el dulce nombre de hijos y hermanos tuyos, alentando con tan singular favor su confianza, para buscar en ti, como en amorosa Madre, el remedio, el consuelo y el amparo en todas sus necesidades y aflicciones, moviéndoles a la imitación de tus excelsas virtudes. Te ruego, Señora, me mires, como amorosa Madre y me alcances la gracia de imitarte, de modo que dignamente pueda yo ser llamado también hijo tuyo, y que mi nombre sea inscrito en el libro de la predestinación de los hijos de Dios y hermanos de mi Señor Jesucristo. Así Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.DÍA QUINTO Comenzar con el acto de contrición y la oración.ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que para defender a los Carmelitas, tus hijos, cuando se intentaba extinguir la sagrada Religión del Carmen, mostrando siempre el amor y singular predilección con que los amparas, mandaste al Sumo Pontífice, Honorio III, los recibiese benignamente y confirmase su instituto, dándole por señal de que esta era tu voluntad y la de tu divino Hijo, la repentina muerte de dos que especialmente la contradecían. Te ruego, Señora, me defiendas de todos mis enemigos de alma y cuerpo, para que con quietud y paz viva siempre en el santo servicio de Dios y tuyo. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.SEXTO DÍA Comenzar con el acto de contrición y la oración.ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que para señalar a los Carmelitas por especiales hijos tuyos, los enriqueciste con la singular prenda del santo escapulario, vinculando en él tantas gracias y favores para con los que devotamente lo visten y cumpliendo con sus obligaciones, procuran vivir de manera que imitando tus virtudes, muestran que son tus hijos. Te ruego, Señora, me alcances la gracia de vivir siempre como verdadero cristiano y cofrade amante del santo escapulario, a fin de que merezca lograr los frutos de esta hermosa devoción. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.DÍA SÉPTIMO Comenzar con el acto de contrición y la oración.ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que en tu santo Escapulario diste a los que devotamente lo visten, un firmísimo escudo para defenderse de todos los peligros de este mundo y de las asechanzas del demonio, acreditando esta verdad con tantos y tan singulares milagros. Te ruego, Señora, que seas mi defensa poderosa en esta vida mortal, para que en todas las tribulaciones y peligros encuentre la seguridad, y en las tentaciones salga con victoria, logrando siempre tu especial asistencia para conseguirlo. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.DÍA OCTAVO Comenzar con el acto de contrición y la oración.ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que ejerces tu especial protección en la hora de la muerte para con los que devotamente visten tu santo escapulario, a fin de que logren por medio de la verdadera penitencia salir de esta vida en gracia de Dios y librarse de las penas del infierno. Te ruego, Señora, me asistas, ampares y consueles en la hora de mi muerte, y me alcances verdadera penitencia, perfecta contrición de todos mis pecados, encendido amor de Dios y ardiente deseo de verle y gozarle, para que mi alma no se pierda ni condene, sino que vaya segura a la felicidad eterna de la gloria. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.DÍA NOVENO Comenzar con el acto de contrición y la oración.ORACIÓN. ¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que extendiendo tu amor hacia los Carmelitas, aún después de la muerte, como piadosísima Madre de los que visten tu santo escapulario consuelas sus almas, cuando están en el Purgatorio, y con tus ruegos consigues salgan cuanto antes de aquellas penas, para ir a gozar de Dios, nuestro Señor, en la gloria. Te ruego, Señora, me alcances de su divina Majestad cumpla yo con las obligaciones de cristiano y la devoción del santo escapulario, de modo que logre este singularísimo favor. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena. Terminar con la oración final.
Para saber qué es el Escapulario de la Virgen del Carmen, su historia, el objetivo, las promesas de la Virgen a quien lo lleve, puedes leer Nuestra Señora del Carmen Fiesta y significado del Escapulario
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